El enemigo anton chejov pdf




















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Francisca Rojas. Caroll Flores. Mireya Melo. El grillo canta en la estufa. No puede darse cuenta de lo que pasa en torno suyo. Completamente absorbida por tal idea, se levanta y, sonriendo, da algunos pasos por la estancia.

Con las dos manos le atenaza el cuello. Huele a piel y a sopa de col. Queremos dormir. Y se duermen como lirones. Sale corriendo y vuelve en seguida con un cabo de vela. No tenemos caballo. Hay que comenzar el trabajo. Aquella noche hay visitas en la casa. Por fin las visitas se marchan. Se apagan las luces. Los amos se acuestan.

Relacionados: Escritores y Cuentos : Indice de escritores, novelas, textos y cuentos en este sitio. Y una bola de cristal verde, colocada ante la puerta, brillaba bajo el Sol, de tal modo, que obligaba a cerrar los ojos. Acudieron los Zichkov, padre e hijo, ambos imberbes, mofletudos y destocados. Yo quisiera ver a estos cisnes arrastrando un arado y recibiendo algunos latigazos.

Los perros le ladraban furiosamente. Han construido una casa, han comprado caballos; pero parece que no tienen que comer Era un hombre solitario, viudo. Llegaron en un coche de ruedas amarillas arrastrado por dos ponneys. Llevaban sombreros de paja, de anchas alas, sujetos con cintas. Era precisamente la casa de Rodion.

Los Ziclikov, padre e hijo, sorprendieron en un prado de su pertenencia a tres caballos -uno de ellos ponney- y un novillo, todos propiedad del ingeniero.

Ayudados por el rojo Volodka, hijo del herrador Rodion, llevaron las bestias a la aldea. No lo hemos pedido. Hay que escarmentarlos. Luego, volvieron todos a la aldea. Cantaron, gritaron, juraron.

Ha estado muy mal. Llevaba una blusa roja y botas altas. Los campesinos se detuvieron y se quitaron la gorra. Les he rogado muchas veces a los pastores que tuvieran cuidado, pero no han hecho caso y me han contestado muy mal. Yo y mi mujer hacemos cuanto nos es dable por sostener con vosotros buenas relaciones, ayudamos a los campesinos en la medida de nuestras fuerzas. Mi mujer es muy buena y nunca le niega nada a nadie.

Los campesinos permanecieron algunos instantes parados. Luego se cubrieron y continuaron andando. No lo necesitamos Ven, Volodka Te espero.

Elena Ivanovna y su hijita fueron a la aldea a pie. Un hermoso paseo para ellas. Era domingo y casi todas las mujeres y las muchachas de la aldea estaban en la calle, ataviadas con trajes de calores chillones. Vamos tirando Siempre angustiados Trabaja uno como un negro, y, sin embargo Luego, nuestra pobreza nos hace pecar Toda la felicidad es para los ricos Hablaba con acento alegre, regocijado, como si contase algo muy gracioso.

Cada cual tiene sus penas. Nosotros, por ejemplo No puedo dormir y me dan unos dolores de cabeza horribles. Ahora, por ejemplo Luego, mi alma tampoco descansa.

Siempre estoy inquieta por mi marido, por mis hijos Toda familia tiene su cruz. Yo no soy de origen noble. Pero mi marido es de una familia muy noble y muy rica. Esto le inquieta, no le deja vivir tranquilo, pues quiere mucho a su madre. Naturalmente, yo padezco. Vivo en un constante desasosiego Uno de los primeros que se aproximaron fue Kozov. Pero yo no hago nada. El que un hombre vaya bien vestido y tenga dinero no significa que sea feliz ni mucho menos. Conozco vuestras penas, vuestros sufrimientos Lo que no conozco lo adivino.

Mi marido se desespera Hablaba con voz suplicante, cruzadas las manos sobre el pecho. Os lo prometo. Ustedes son gente instruida y saben lo que hablan. Los campesinos, obligados por las autoridades, tuvieron que seguirlas y se gastaron en ellas mil rublos. Nuestros hijos van a la escuela de la aldea vecina. Que sigan yendo. Cuando estaban ya fuera de la aldea, Elena Ivanovna se detuvo a la sombra de un viejo tilo. No vale la pena.

Hay que tener un poco de paciencia. Nuestros campesinos, en el fondo, son buena gente Se lo juro a usted. No hay que hacer caso de las palabras de Kozov, de Zichkov ni de mi hijo Volodka.

Le aseguro a usted que los campesinos no son malos. Los hay nada tontos, pero que no se atreven a hablar No hay que enfadarse. Lo mejor es tener paciencia Pero todo a su debido tiempo, por sus pasos contados.

Para sembrar trigo en esta colina hay que empezar por quitar la piedra, hay que labrar Lo mismo sucede con nuestros campesinos: hay que preparar el terreno En aquel momento vieron venir hacia ellos un grupo de campesinos.

No llores. Elena Ivanovna y su hija siguieron andando. Rodion fue tras ellas largo trecho, intentando decirles algo afectuoso y convincente. De noche la guardaban dos centinelas. Hasta la gente de la aldea estaba indignada. Acabamos de toparnos con el ingeniero Ha visto al salir el Sol a las mujeres de la aldea Sin duda quieren ayudarnos Ven nuestra pobreza y quieren hacer algo por nosotros. En aquel momento el ingeniero y su familia tomaban el te en la terraza.

Mi hijo es un bruto; no puedo ya sufrirle Me ha arruinado, y ahora me pega Id a ver al juez o al jefe del distrito. Ni siquiera me escuchan. Matar a su padre En la aldea ha envejecido todo el mundo. La familia sigue muy pobre. Terminada la faena vuelven a sus casas, tardo el paso, en la faz la luz del Sol poniente.

Al pasar por delante de «Quinta Nueva» los campesinos miran prolongadamente a la casa, toda en silencio y como muerta, sobre cuyos tejados vuelan, doradas por el Sol, las palomas.

Siguen caminando, unos juntos a otros, cansados, ensimismados, taciturnos. Sin embargo, no pudieron ponerse de acuerdo y se separaron como enemigos. Fuera de la casa, la oscuridad era completa. En el ambiente, tranquilo y envuelto en la bruma, reinaba el silencio. Yo estaba junto a la vidriera y he visto que alguien saltaba por la ventana. No oye Pero, comprende, pedazo de tronco Acabo de ver a un hombre entrar en nuestra cocina. Que entre No permitir ese cinismo No puedo admitir la idea de que, en mi casa, una cosa semejante Cuando me muera puedes tolerar en tu casa el cinismo, pero ahora no lo permito.

Estaba tan oscuro como en un barril tapado, y tuvo que andar a tientas. Ahora tengo que andar por la casa sin bata. Gano cuatro rublos al mes No hay nadie que nos defienda.

Cogiste mi bata para limpiarla. Menos mal si es ese Transcurrieron cinco minutos, cinco y medio, seis Estabas ofuscada Y el consejero se puso a provocar a su mujer. A brea o Hay algo que huele mal A veces hay campesinos que admiten pasajeros.

El caballo es joven y animoso Cuando se pone en marcha, no hay modo de detenerlo. La calma era absoluta. Y el cochero no tiene un aspecto muy tranquilizador que digamos Me llamo Klim. Sabe Dios Pobre del que se meta conmigo. Soy un funcionario del Estado, un personaje La Superioridad sabe que hago este viaje Ya ha notado que tengo miedo. Antes avanzaba a paso de tortuga y ahora vuela. Se ha puesto a galopar por iniciativa suya. Cuando echa a correr, no hay modo de detenerlo Con esas patas que tiene Y te aconsejo que no corras tanto.

Frena un poco al caballo. Tienen que alcanzarnos Prometieron alcanzarme en este bosque Son gente sana, fuerte Lo primero que hizo el agrimensor, que se esperaba aquella salida, fue detener el caballo.

Por poco me muero de miedo Uno tras otro, los caballeros asistentes se dirigieron hacia John Lund y le estrecharon la mano. Lund, profundamente emocionado—.



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